Es lo que ha sucedido con los montones de sacos de yute, viejos y polvorientos que guardaba desde hace lustros en el altillo del almacén.
Después de un paso por la lavadora, el aspecto mejora bastante, y ya no huelen a polvo ni a años guardados y atados.
De momento, y con restos de lanas de tricot, he terminado este cojín que suma dos ejemplares más a nuestra colección de búhos. El diseño es una adaptación del Trop chouette de Nathalie Cichon, precioso, en punto de cruz, y que en este caso se hace muy rápido, y el resultado es muy vistoso.
Me gustan este tipo de trabajos, que dan vida a cosas que dábamos por perdidas.
Ahora toca buscar nuevas ideas.